En esta ciudad, Málaga, que todo lo
acoge y todo lo silencia la Semana de Pasión no se parece a ningún otro espacio
de siete días. Y no porque todos tengan fe en el hecho que se expone a la
multitud, sino por la mezcolanza de conductas que concurren en ella.
Los hay, y han tenido suerte a
espuertas, que vienen a tostarse bajo el radiante sol de estos días y han
tenido potra pues se han encontrado con un tiempo magnífico del que van a
disfrutar de lo lindo por todos los vericuetos de la Costa del Sol sin
importarles un pimiento las cornetas, tambores y tronos que recorren las calles
de “la ciudad del paraíso” que dijera Aleixandre y que otros llaman del “precipicio”.
Otros, unos pocos, olvidan durante este
tránsito el medio conflicto que parece emerger en las filas de “Podemos” entre
su sanedrín nacional y los círculos populares por el posible pacto, o no, entre
dicha formación y la de Susana Díaz; algunos hay, de esta última, que les ha
sentado muy mal que Zapatero, siempre Zapatero, haya definido a Pablo Iglesias
y demás como auténticos socialdemócratas, mientras algunos “polemistas” que
fueron hombres de confianza con Bono, que ya es valor, en Castilla la Mancha o
en el Ministerio de Defensa se hayan incorporado a Podemos.
Pero mientras todo eso ocurre y a la
espera de lo que acontezca, la muchacha de los ojos verdes, la que anima con el
garbo de su paso el rocío marchito de los jubilados que hablan y hablan en los
bancos del parque, desempolva la mantilla que paseará en la tarde del Jueves
Santo.
Raúl,
el mozo que baja de la Cártama del Valle del Azahar, amontona con pulcritud los
limones en su puesto del Puente de la Aurora.
Buarfa no entiende mucho de estas cosas
de cristianos y judíos, pero ha preparado una buena cantidad de distintas
cajetillas de tabaco para obtener una semana de pago en una pensión de calle
Camas.
Los representantes de todas las clases
de poder tienen ya las invitaciones para la gran tribuna farisaica de la Plaza
de la Constitución; mientras otros, representando una minoría de la otra Málaga,
espera en las inmediaciones del Puente de la Aurora buscar un buen sitio en la
tribuna de los Pobres (escalinatas) para ver pasar La Sangre.
El legionario saca brillo a todos, el
general a las condecoraciones, Buarfa mira al cielo no sea que llueva, el obispo
busca con lupa eso que llaman fe, los políticos dejan la caza del voto a la
espera del Resucitado.
Es Semana Santa o de Pecado según se
contemple. Días de fe evangélica para unos pocos. Días de religiosidad para
muchos. Días de bulla insoportable para otros. Momentos donde el arte cobra
vida. Espectáculo fusionado de pueblo y religión.
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