Un bombo dando vueltas con cien
mil bolitas numeradas en su interior y que se extraiga el número que lleva uno,
y además con otro bombo con las bolitas de los premios y que coincida con
nuestro décimo es pura suerte o azar; pero bueno, la gran mayoría de los
españoles confía en que es potrosa y se juega sus euros, cada uno según sus
posibilidades, para ver si su número es el agraciado.
Pasado
el primer soponcio nos fijamos en las tres cifras finales, después en las dos últimas
y por fin en la terminación a secas, en este caso en el número 6; finalizado el
sorteo -donde el que más se embolsa es papá Estado- comenzamos a rastrear en la
asquerosa pedrea, pero nada de nada sino que a lo más te pueden devolver una
participación de dos euros de una Cofradía por la que has pagado tres
machacantes, y como tienes que trasladarte al Santo Entierro para realizar la
cobranza, lo dejas y punto.
Bienaventurados
los afortunados porque de ellos será durante un tiempo una parte de lo que
llamamos felicidad; y más bienaventurados los que lo cuentan y transmiten su
alegría, y algo, si no somos envidiosos, nos alegramos; porque los hay que
trincan y no dicen nada, bien por no repartir entre familiares o bien por miedo
a no sé qué; estos últimos no son felices porque no comparten su alegría.
Y
es que el quid de la cuestión es compartir sea bueno o malo, alegre o triste,
con el otro; todo el que no comparte es un auténtico pobretón de mucho cuidado,
pues quedarte sin hacerte uno con el otro -se supone que todo lo que voy
escribiendo es aplicable al llamado género “débil- es vivir en la desgracia.
Hoy
he recibido un mensaje privado de una buena amiga en el que me cuenta luces y
sombras de su vida, y un servidor le ha contestado lo que ha podido que, más o
menos, ha sido intentar transmitirle ánimo al tiempo que la he hecho partícipe
de mis sombras y luces; y saben lo que les digo, pues que creo que nos
conocemos algo mejor y que, un poquito para acá y otro poquito para allá, nos
queremos algo más.
Que
no otra cosa es la vida sino convivir, a saber: “vivir con” el otro u otra; lo
demás sería conformar un archipiélago inmenso de islas, de seres aislados,
extraños que no desean que nadie les estropee o alegre el día.
A
mi amiga y a un servidor nos ha tocado hoy el gordo sin necesidad de jugar a la
lotería.
Pues si señor. Muy bueno.
ResponderEliminar¡¡ Jajaja!!!...A todos nos toca el gordo si es por éso.
Besazos y felices fiestas desde Gran Canaria...en medio del archipélago.
Oh, qué bien que te agrade.
ResponderEliminarFelices fiestas.
Besos.