Tengo la certeza de saber lo que pisan mis pies, lo que palpan mis manos, lo que abarca mi vista. Y también sé que el pálpito de mi corazón es el idéntico tic-tac de tos los seres que deambulan sumisos al destino.
¿Y qué importan la justicia o la injusticia, la virtud o el pecado, el cielo o el infierno si el viento se ha convertido en pastosa calma?
De la muerte (III) de “Fue un acaso” de José García Pérez
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